Solo
es mío mi pan y mi almohada y sobre mi almohada y mi pan recogeré mi
amor disperso, roto entre cada punta de estrella, cansado de andar y
andar...
Dulce María Loynaz
Mi
martín Fierro escapado en el Skype, escapado de quién sabe qué libro
que ya nadie lee, escapado del llanto, de la guerra, del amor. Mi gaucho
argentino visto a través de la pantalla de mi computador, sin respiro,
sin caricias, sin nombres.
Aprieto
click y veo su rostro pixeleado, pequeños cuadros cibernéticos van
dibujando para mí un rostro humano, dibujan como en una coreografía con
cientos de cuerpos dispersos en un espacio.
Aparece
su rostro con sus ojos redondos donde la noche duerme, esas perlas
negras que destellan en silencio, que han visto a la muerte y que ya no
le temen. Luego se dibuja su piel de indio pintada con el naranja de los
atardeceres en los que nunca apreté su mano, y por último su boca, sí,
su boca...