lunes, 10 de agosto de 2015

Sobre Operación Queer: reflexiones de una loca.



A Persona Núñez

Tal vez lo único que decir como pretensión escritural desde un cuerpo políticamente no inaugurado en nuestro continente sea el balbuceo de signos y cicatrices comunes.
Pedro Lemebel

Desde hace un par de años en Managua se organiza un evento llamado Operación Queer, evento que pretende a través del arte y la reflexión política dinamitar las nociones de género en la geografía nicaragüense. Este año me tocó vivir desde adentro algunos episodios de dicho evento, produciendome cierto sin sabor y sobre todo obligándome a la reflexión de los discursos políticos emitidos desde el pódium de Operación Queer. De mi vivencia elaboro un breve análisis que espero abone al diálogo y a la consecución de nuestras reflexiones.


  • Operación Queer: cuál es tu cochonada? Pensando las definiciones: Queer y Cochón
En el evento de este año saltan a la vista rápidamente dos conceptos: Queer y Cochón. Visiblemente utilizados como categorías epistemológicas para la producción de identidad grupal y crítica a la heteronorma. Ambos conceptos resultan complejos y polémicos, pues detrás esconden un universo simbólico que conforma la performatividad de la palabra.

Lo Queer como término, como herramienta epistemológica, nace en Estados Unidos durante los años 90. Es resultado de las acciones, luchas y empujes de los grupos que fueron marginados de la comunidad LGBT. Autonombrándose “raros” estos excluidos comenzaron a pensar sus prácticas en oposición a los activistas blancos y de clase media que se acomodaron en los aparatos políticos más ortodoxos del estado gringo. Desde entonces lo Queer funciona como utopía para repensar las performatividades del género, para pensarnos más allá del sistema binario hombre/mujer, para pensar lo que incluye y excluye, para pensar el género y la sexualidad como algo no estanco, como algo en constante movimiento[1].

Desde entonces esta teoría se ha trasplantado a América latina como discurso hegemónico y dominante para pensar nuestras prácticas sexuales y de género. En nuestro país quienes dominan el aparataje teórico sobre lo Queer constituyen un círculo excluyente, clasista y etnocentrista. Implementan las normas de lo Queer a las prácticas sexuales que se quedan al margen del binarismo heteronormado y de las formas hegemónicas de lo gay y lo lésbico. Dicho círculo se convierte en un mediador entre los subalternos (denominados muchas veces disidentes sexuales) y los estructuradores de la heteronorma, esto le quita agencia a dichos sujetos y los sigue dejando al margen, sin voz, sin acción. Operación Queer no escapa de la norma de quien tiene el poder intelectual. 

Como contrapeso a lo Queer este año se suma la palabra Cochón. La figura del cochón[2] ha sido construida desde la heteronormatividad. Los dos posibles orígenes del vocablo, tanto el posible origen indígena como el posible origen francés, utilizan la palabra de forma despectiva. Según Enrique Peña Hernández en México se usaba la palabra coyón (procedente de coyoni) y designaba al cobarde, a la persona que se corre[3]. Por otro lado encontramos la traducción de la palabra francesa cochón: cerdo. También designada para referirse al hombre sucio.

A partir de esta construcción léxica se define una construcción visual del cochón y se edifica sobre la figura de la feminización masculina, pues en nuestro contexto es únicamente cochón el hombre que muestra una performance de género feminizada. Apunta Patricio Welsh: Solo el pasivo es considerado cochón, el activo no es considerado y no se considera homosexual e incluso la experiencia puede ser asimilada como fuente de virilidad y poder[4].

A partir de esta definición reduccionista del cochón, Operación Queer trata de ampliar el significado para utilizarlo como sinónimo de disidencia sexual y de género en nuestro país. Es decir tratan de resignificar el vocablo y llevarlo a otros planos de acción  política que van más allá de lo homosexual. Tratan de llevar la “cochonada” al lugar de la “disidencia sexual” entendida esta como “hacerse aparte”, aquí se incluirían a aquellxs que se apartan de las normas del hombre, la mujer, del gay, de la lesbiana, de la feminista, del machista, etc…sin embargo esto se queda a nivel de discurso envuelto en un halo de oropel y lentejuelas, de divertimento, de risa sin politización, se queda incluso en un nivel de cúpula intelectual que excluye a los que pretende incluir.

Esto me hace pensar que dentro de Operación Queer, lo Queer como término importado y lo Cochón como término resignificado desde la teoría y no desde la práctica nicaragüense se están convirtiendo en sinónimos de poder. Al igual que en un momento de nuestra lucha lo gay se convirtió en un signo más del sistema dominante, así lo expone Pedro Lemebel:  

Lo gay se suma al poder, no lo confronta, no lo transgrede. (…) Lo gay acuña su emancipación a la sombra del “capitalismo victorioso”. Apenas respira en la horca de su corbata pero asiente y acomoda su trasero lacio en los espacios coquetos que le acomoda el sistema. Un circuito hipócrita que desclasa para configurar otra órbita más en torno al poder. [5]
Lo Queer y lo Cochón desde el escenario del evento busca posicionarse desde lugares de poder dentro del sistema nacional. Llámese Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra, Galería Códice, Universidad Centroamericana o Tabú Discoteque. Al mismo tiempo hay una necesidad de ser avalados por dichas instituciones, esto queda evidenciado con la censura a la muestra de arte del evento. Al ser censurada en el Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra la muestra se mueve hacia la Galería Códice, uno de los espacios de las artes visuales más importantes del país. Lo Queer y lo Cochón no irrumpe, ni fractura, ni transgrede, más bien se acomoda al espacio que el sistema le ofrece. 

Entonces pienso nuevamente en la postura que margina y excluye, que marca límites cuando debería ser incluyente, que erige fronteras homogenizando al grupo al que pretende dar voz, pienso en la postura que se traviste de escenario liberador y que solo entra en una nueva dinámica de poder que sigue dejando fuera a los que en sus prácticas cotidianas asumen la disidencia sexual. Me pregunto si seguimos colonizándonos a través de lo Queer o si lo cochón reivindica  la construcción ficticia de lo que somos para la heteronorma? Me pregunto si realmente estamos construyendo un discurso que se nutre de la práctica cotidiana de quienes transgreden la norma sin tan siquiera llamarse disidentes sexuales? Estamos tratando de darles voz y agencia o simplemente seguimos en el círculo de poder que se construye sobre ellxs?


  • La fiesta performática: violencia y género.
Operación Queer cerró con un evento denominado Fiesta Performática en la Discoteca Tabú (último bastión de la Managua discotequera dedicado al público de la diversidad sexual). Después de pensar un poco si iba o no al cierre del evento decidí asistir empujado por el enamoramiento y la curiosidad, pues se anunciaban un par de performances y yo estaba interesado en verlos. 

Al llegar al lugar me doy cuenta de las apropiaciones performáticas de lo Queer que algunos participantes lucían a través de sus vestuarios. Mujeres que tenían sobre el rostro barbas pintadas con lápiz negro para ojos, hombres travestidos, barbados, con faldas cortas y tacones altos, con lycras y cascos de constructores, con grandes sombreros femeninos, con maquillaje de fantasía. Podría decir que estaban travestidos con los signos con los que el discurso hegemónico heteronormado ha construido al hombre y a la mujer. Esto enmarcado en un espacio dirigido a la diversidad sexual. Si lo Queer y lo Cochón se plantea como ruptura, como puesta en crisis del discurso de poder, aquí no encuentro ese sentido político, ese acto de habla que está detrás de dichas palabras. Todo está dentro de los parámetros de la norma y más bien siento que dicha apropiación funciona como una vitrina de oropel que refuerza la ficción banal sobre lo Queer y lo Cochón. Sentí que no había realmente una democratización de los conceptos utilizados en el evento, desde dónde y cómo nos estamos apropiando de la transgresión? Estamos realmente transgrediendo? Queremos transgredir?

El lugar poco a poco se fue llenando y anunciaron los performances, ambos hechos por performerxs costarricenses invitadxs al evento. Los performances mostraban procesos violentos vividos por ambxs performers, exponían las heridas abiertas desde los cuerpos, desde las vivencias, desde los sufrimientos producidos por los mecanismos de poder sexual y de género. Al presentar los trabajos al público asistente a la discoteca me evidenció una vez más el vacío, la frivolidad y la superficialidad del mundo LGBT. Al iniciar el primer performance y cuando la performer estaba semi desnuda voces femeninas le gritaban: querés que te culee? Estas rica!- entre otras cosas. Sin contar que durante el segundo performance un performero que estaba en el público desnudó al performer que estaba en el escenario (desnudo que no era parte del performance). Ambos actos además de evidenciar lo antes expuesto, muestran niveles de violencia generados dentro de los márgenes de la “libertad”.

Luego en medio de gritos y aplausos aparecen los organizadores del evento y se interpelan con la pregunta: Cuál es tu cochonada?, por supuesto hay una diversidad de respuestas que provocan en el público la risa, la burla, la catarsis de media noche.  En ese instante pienso que la fiesta performática, el cierre de la Operación Queer, no es más que un momento para el figureo y el divismo, para jugar a la lucha de poderes y querer instaurar protagonistas dejando a un lado el NOSOTRXS  e imponiendo el YO.

  • Y entonces?
Al finalizar mis reflexiones solo quiero apuntar que apenas esto es una percepción de una loca preocupada porque realmente se construyan espacios inclusivos para pensarnos. Con estas palabras no quiero reducir a menos el trabajo de Operación Queer más bien quisiera que desde los organizadores se pensara la liminalidad del evento entre la hegemonía y la subversión. Hay una frontera casi efímera, escurridiza, que está ahí latente, visible e invisible. Por eso para finalizar me pregunto dónde está la trans que se prostituye en los mercados, en la avenida Bolívar o en los bares de mala muerte en cualquier rincón del país? Dónde está la trans que no sabe de teoría Queer pero que trans-grede la norma cotidiana? Dónde está la mujer que sobrevive al abuso sexual y tiene que vivir el día a día con la mirada acusante de la heteronorma? Dónde está el niño feminizado o la niña masculinizada que tiene que emigrar del campo a la ciudad en la búsqueda de una identidad liberadora y sólo encuentra en la ciudad una violenta imposición de poder? Dónde está la loca que no es deseada por la musculoca en la discoteca? Dónde están aquellxs que son disidentes sexuales sin tan siquiera asumirse como tal? Estamos construyendo lo Queer y lo Cochón como lugares homogéneos o heterogéneos? Realmente hay en Operación Queer una práctica disidente o solo se acomoda a los ejercicios hegemónicos de poder?



[1] Esto es apenas un esbozo de las líneas de estudio que traza la teoría Queer. Su campo de acción es mucho más amplio y enriquecedor. Pueden verse autores como Judith Butler, Teresa de Lauretis, Donna Haraway, entre otros.
[2] Acepción con la que se designa al homosexual en Nicaragua.
[3] Ver: Arellano, Jorge Eduardo: Origen del vocablo cochón, en El Nuevo Diario, 26 de julio de 2014. Versión digital.
[4] Welsh, Patricio: Un cochón es un gay? Homofobia y Patriarcado en Nicaragua, en El Nuevo Diario, 6 de julio de 2000. Versión digital.
[5] Lemebel, Pedro: Loco afán, Crónicas de sidario, Ed. Anagrama, España, 2000, p. 127

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